miércoles, 5 de marzo de 2014

#56

Siempre he dicho que mi meta en la vida no es casarme, ni ganar mucho dinero, ni tener cuatro coches. Que yo lo que quiero es ser FELIZ. Hasta ahí, todo bien.

Pero me pregunto si merece la pena reservar mi felicidad a ciertos momentos cómicos riéndome por chorradas en el coche (sí, va por ti). A borracheras tontas con las de siempre (sí, vosotras). A caídas ridículas imitando a actores de televisión (hola). A sobremesas que se alargan sin que nos demos cuenta (vosotros no me leeréis, baina kaixo). A recuerdos, a canciones. A la sensación que queda cuando te acabas un libro o cuando empiezas a tocar un instrumento nuevo y suena bien. A acordarte de personas de tu pasado. A cuando vas de viaje, cuando llega el verano, cuando ves una foto antigua. A un concierto, un beso, un mensaje, una mirada, un Snapchat. A un aprobado, una película, un buen postre. Un sueño bonito, una caricia, una conversación. Un abrazo de oso. A ayudar a alguien que lo necesita. A ver un gatito pequeño, escuchar la risa de un bebé, encontrarte con alguien a quien no ves desde hace mucho. 

Y sí, merece la pena.









Llamémoslo X






No hay comentarios:

Publicar un comentario